La ciberdelincuencia representa una de las mayores amenazas a la seguridad global, afectando tanto a individuos como a organizaciones en todo el mundo. Según el Foro Económico Mundial, las alianzas entre expertos de la industria y el sector público están jugando un papel clave en la interrupción de estas actividades delictivas. A continuación, exploramos cómo las colaboraciones estratégicas están rediseñando el panorama de la lucha contra el cibercrimen y qué impacto están teniendo en la sociedad.
Ciberdelincuencia y sus vínculos con redes de crimen organizado
La convergencia entre la ciberdelincuencia y el crimen organizado violento está cambiando la dinámica entre los delincuentes. En 2023, se estima que el 25,5% de la población mundial fue víctima de fraudes facilitados por ciberataques. Las ganancias derivadas de estos delitos no solo afectan a las víctimas directas, sino que también financian otras actividades ilegales, como el tráfico de personas. Un informe de la ONU en 2023 señalaba que al menos 220,000 personas en el sudeste asiático habían sido obligadas a trabajar en operaciones de estafa en línea, en algunos casos, con víctimas procedentes de África y América Latina.
El rol de las colaboraciones en la disrupción del cibercrimen
Para afrontar esta problemática, el Centro de Ciberseguridad del Foro Económico Mundial ha lanzado un marco de colaboración para ayudar a gobiernos y empresas a unirse en la lucha contra el cibercrimen. En 2024, campañas de disrupción en Asia y América Latina respaldadas por INTERPOL permitieron rescatar a cientos de personas de la explotación laboral en granjas de ciberestafa. En Europa y Norteamérica, la colaboración entre el sector privado y las fuerzas de seguridad ha permitido desmantelar infraestructuras técnicas de cibercriminales, elevando el riesgo de operar en este mercado.
Tres pilares de colaboración: estructura, gobernanza y recursos
El éxito de las colaboraciones para contrarrestar el cibercrimen se basa en tres pilares: incentivos para colaborar, una estructura y gobernanza claras y recursos suficientes para ejecutar operaciones complejas. Según el Foro Económico Mundial, estos tres elementos ayudan a mantener la motivación y a fomentar una cultura de aprendizaje continuo entre los participantes. La Alianza de Amenazas Cibernéticas (CTA) es un ejemplo exitoso de esta colaboración, donde sus miembros comparten información sobre ciberamenazas de forma estructurada y generan un flujo de inteligencia que permite actuar rápidamente contra los ataques.
Además, la Iniciativa Atlas del Cibercrimen, lanzada en 2023, fomenta una colaboración abierta en el análisis de redes cibercriminales. Al basarse en datos de código abierto, Atlas del Cibercrimen ha impulsado dos campañas de disrupción transfronteriza en 2024, demostrando el poder de una comunidad global alineada contra la delincuencia digital.
Coordinación y recursos en la lucha contra el cibercrimen.
La infraestructura de datos y la seguridad en el intercambio de información son fundamentales para una colaboración efectiva. La ciberseguridad exige que los datos generados en estas colaboraciones se almacenen y procesen de manera eficiente, con protocolos de seguridad que protejan la confidencialidad de la información compartida. Las colaboraciones internacionales, como el Protocolo de Semáforo de Tráfico de Información (TLP, por sus siglas en inglés), facilitan una comunicación clara y segura entre organizaciones de diferentes países.
Impulsando el futuro de la colaboración contra el cibercrimen
Con el avance de la tecnología y la creciente sofisticación de los cibercriminales, las colaboraciones público-privadas son esenciales para una respuesta efectiva. Las asociaciones no solo ayudan a mejorar las defensas de los involucrados, sino que aumentan los costos y riesgos para los cibercriminales. La prevención del cibercrimen no solo beneficia a las empresas y gobiernos, sino que también construye un entorno digital más seguro y resiliente. Quizá, el único posible.
Con compromisos sostenidos y un enfoque colaborativo, es posible limitar el impacto del cibercrimen, proteger a las comunidades y construir un futuro digital seguro y confiable.